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PECES VENENOSOS EN EL MAR MEDITERRÁNEO

Los peces venenosos que habitan la costa mediterránea que pueden producirnos, además de lesiones, la inoculación de venenos, afortunadamente, son pocas. De entre ellas existen tres familias de peces que tienen esa capacidad: los traquínidos, los escorpénidos y las rayas.

Los traquínidos

En el mediterráneo encontramos algunos representantes de esta familia que son relativamente comunes en nuestras costas: Trachinus draco; Trachinus araneus; y Trachinus vipera. Todos ellos comúnmente conocidos como peces araña. Estas especies habitan en suelos arenosos o fangosos desde muy poca, hasta en torno 100 metros de profundidad. Pueden llegar a medir 30 cm y pesar hasta un kilo. Suelen estar enterrados, permaneciendo al acecho de crustáceos, gusanos y pequeños peces de los que se alimenta.

Pez araña, Trachinus araneus, en el que se observa la aleta dorsal anterior donde se sitúan las espinas capaces de inocular veneno.

Como defensa contra sus depredadores, cuentan con unas espinas en su aleta dorsal y unos aguijones en el extremo de cada uno de sus opérculos, a través de los cuales son capaces de inocular veneno.

Pez víbora, Trachinus vipera, en el que se aprecia uno de los aguijones que se encuentran en los opérculos.

Los escorpénidos

El principal representante de esta familia en el mediterráneo es la Scorpaena scofra, popularmente conocida como escorpena, escorpora, gallineta, cabracho, rascasa… A diferencia de los peces araña, estos habitan en suelos rocosos, desde pocos hasta 500 metros de profundidad. Se valen de su camuflaje para cazar y no ser cazados y pueden llegar a pesar más de 2 kilos. En la primera parte de su aleta dorsal cuentan con 12 radios espinosos venenosos. La cantidad de veneno y toxicidad es mínima en comparación con especies tropicales de la misma familia como el pez león Pterois antennatao o el pez piedra Synanceia horrida.

Escórpora, Escorpaena scofra.

Las rayas

En el Mediterráneo se encuentran algunas especies como la Dasyatis pastinaca, comúnmente conocida como pastinaca o chucho, y la Myliobatis aquila comúnmente conocida como raya látigo. Pueden producir importantes heridas con sus aguijones y pueden inocular venenos. Se alimenta de crustáceos, peces, cefalópodos y bivalvos.  Puede llegar a medir 2 m de ancho y posee un aguijón con un aparato venenoso en la aleta caudal que puede llegar a medir 20 centímetros.

Pastinaca, Dasyatis pastinaca, junto a un rémol mimetizado.

Tanto los traquínidos, los escopénidos, como las rayas, son peces pacíficos que solo atacan cuando se ven amenazados. La mayoría de los accidentes los sufren pescadores profesionales y deportivos cuando los manipulan, bañistas que de forma involuntaria los pisan, y pescaderos y cocineros cuando los manipulan. Hasta 24 horas después de muertos, el veneno puede ser activo. La mayoría de las lesiones, como cabe esperar, se producen en pies y manos.

Características de los venenos

Los venenos están compuestos por unas proteínas que tienen efectos neurotóxicos y citotóxicos. Como todas las proteínas, son termolábiles (se desnaturalizan perdiendo sus propiedades cuando son sometidas a altas temperaturas), son sensibles a los cambios del pH y se desnaturalizan con la tripsina (enzima que rompe los enlaces de las proteínas).

No se conoce ningún antídoto.

Algunos de los factores descritos a continuación determinarán la peligrosidad de las picaduras:

  • La cantidad de veneno inoculado, cuanto más grande sea el pez, es de suponer que mayor será la cantidad de veneno inoculado.
  • Del peso de la persona que ha sufrido la picadura. Aunque el tóxico actúa principalmente a nivel local, a menor peso más posibilidades de que surjan complicaciones.
  • La edad, niños y personas mayores pueden correr más riesgos.
  • El lugar donde se haya producido la picadura.
  • La sensibilidad y posibles reacciones anafilácticas.
  • El estado del veneno, cuantas más horas hayan transcurrido desde que el pez está muerto, (recordemos que incluso después de muerto el veneno puede ser activo durante bastantes horas) menor será su efectividad.

Signos y síntomas de las picaduras

A nivel local, las picaduras producen:

  • Dolor intenso, que puede incrementarse e irradiar a toda la extremidad y durar entre 2 y 24 horas;
  • Prurito.
  • Vasoconstricción.
  • Edema (inflamación) alrededor de la lesión que puede ser progresivo, llegando a afectar, en unos 30 minutos, a toda la extremidad.
  • Adormecimiento de la zona.

Las lesiones pueden derivar en problemas circulatorios a nivel local que pueden causar necrosis y ocasionalmente gangrena.

En la mayoría de las ocasiones, afortunadamente, pasadas unas horas, el dolor suele remitir. En ocasiones pueden aparecer complicaciones a nivel general como náuseas, vómitos, sensación de mareo, boca seca, hipotensión, sudoración, calambres, y muy raramente parálisis musculares, arritmias, dificultad para respirar, e incluso parada cardiorrespiratoria.

Como en todas las heridas, se pueden producir infecciones secundarias, especialmente si se retienen cuerpos extraños como los restos tegumentarios y las espinas rotas de los peces.

Tratamiento

Como ya hemos comentado, no existe antídoto contra el veneno de estos peces, por lo que el tratamiento será sintomático e irá dirigido a paliar el dolor, que puede llegar a ser muy intenso.

La mayoría de las veces, la lesión no dará complicaciones, no obstante, en algunas ocasiones pueden surgir complicaciones como las ya descritas: inflamación exagerada, reacción alérgica, mareos, sudoración, alteración de la visión, palidez, disnea… por ello, si sufrimos una picadura mientras estamos pescando en una embarcación, deberemos de poner rápidamente rumbo a puerto en previsión de posibles complicaciones.

Qué no hacer

  • No hacer incisiones.
  • No realizar torniquete.
  • No succionar la herida.
  • No minimizar las posibles consecuencias.
  • No aplicar antisépticos tipo mercurocromo que coloreen la herida y que dificultan la exploración posterior por parte de un sanitario.

Qué sí hacer

Tras limpiar la herida y retirar los restos tegumentarios y espinas se procederá a aplicar tanto calor como se sea capaz de soportar de forma local. El objetivo es desnaturalizar el veneno y hacerlo ineficaz. Lo ideal es sumergir la zona afectada en agua a una temperatura de entre 45º y 55 ° centígrados, durante al menos 30-90 minutos o en paños húmedos si la zona anatómica a tratar no se puede sumergir.

En una embarcación se puede obtener agua caliente a partir del circuito de refrigeración del motor fueraborda o calentando paños humedecidos colocándolos durante unos minutos sobre el motor en caso de que se trate de motores intraborda.

Los preparados a base de amoniaco diluido para fines sanitarios con una concentración de amoniaco del 3,5% también contribuyen a la desnaturalización del tóxico.

Tomar algún analgésico (paracetamol) también puede ayudar.

Saber más.

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